miércoles, 5 de febrero de 2014

La sobreprotección es miedo

El bienestar de los gatos fue el origen de todo, y lo que me mueve cada día. Nadie sabe el trabajo tan grande que hay detrás de Terapia Felina, una sola persona, madre reciente, que publica artículos, colabora con revistas, atiende gratis varias consultas diarias, intentando encontrar huecos con calzador para las consultas y tratamientos remunerados, que realiza cursos, material, apuntes, gestiona sus propias cosas, intenta contestar todos los correos a diario, que no son pocos... Soy una persona reinventándose cada día para poder ayudar a los gatos! Pero para poder llegar lejos, tengo que hacer que las personas como las que me leen muevan mi trabajo y lo lleven lejos, yo sola no puedo. En muy poquito tiempo veo cómo cada día más personas se suscriben a mis publicaciones o me siguen en las redes sociales, recibo correos a diario, aunque no todo es trabajo, pero al menos hay personas que se interesan por esta forma de trabajar, cada día más.
Siento que poco a poco las cosas van cambiando. Como estoy en Protección Animal desde tantos años, he visto una evolución increíble, para bien y para mal. Ya en mi anterior post comentaba esa parte desequilibrada de la protección animal. Ahora veo que muchas personas, al igual que me pasó a mí en su día, están saliendo de esos extremismos y están empezando a ver más allá, escuchando a los animales y actuando según lo que ellos necesitan, no lo que nosotros queremos.
Respecto a mis compañeros los gatos, tengo una constante lucha con un tema en concreto que me duele sobremanera. Aparte del castigo a los gatos y las técnicas aversivas, que ya he hablado mucho sobre eso, está el lado proteccionista que tiene tendencia a encerrar gatos asilvestrados para "reconvertirlos" en gatos amorosos. Lo que lleva a una persona a hacer esto, ese sentido de sobreprotección que no es más que una egoísta elección propia: "no quiero ver sufrir a este animal, así que lo voy a tener cerca de mi, bajo mi techo, y así no le pasará nunca nada, porque si le pasa algo en la calle yo sufriría y me sentiría culpable, así que prefiero controlarlo aunque sea contra su voluntad". Y nada le pasa, ni siquiera la vida, se le pasa más bien, escondido detrás de un mueble o bajo un sofá o cama, maullando por las noches, deambulando cuando todo está en calma para ver si encuentra una salida para ese encierro, huyendo de ti como loco. Y cada mañana tenemos que buscar a ese gato asilvestrado a ver dónde se escondió, para ir a por él, agobiarle y mentirle diciendo que debe confiar en nosotros porque somos lo mejor que le puede pasar. Me duele que no distingamos a un gato asilvestrado de un gato doméstico, me duele que se intente manipular a un animal a nuestro antojo, socializarlo por obligación, a la fuerza, interpretando un ronroneo como algo bueno cuando el gato está en shock de pánico. Los que asisten a mis cursos ya han escuchado esto mucho, pero no me cansaré de repetirlo porque cada día lo sigo viendo. Y mientras, en la calle, cientos de gatos domésticos abandonados acercándose a la gente a ver si se los lleva alguien a casa (pero lo que se llevan son patadas o cosas peores), porque las casas de acogida están ocupadas con gatos asilvestrados, resignados, en pánico, con una calidad de vida pésima, ocupando un sitio durante meses o años. El mundo al revés. Y mucha gente me pregunta, ¿y cómo distingo a un gato asilvestrado de uno doméstico? Lo primero es entender que cada gato es un mundo y es diferente al resto, siempre. Por otro lado, lo que siempre digo: le puedes preguntar al gato dónde quiere estar y cómo quiere vivir! (Comunicación Animal Entrespecies).
Algunos consejos que puedo dar así rápido a modo práctico:

1. Nunca valorarlo en un día si hay dudas, ni en un jaulón, a no ser que comuniques con él y lo tengas claro.
2. No consiste en socializar al gato, sino en darle un espacio agradable para ver si se siente bien y nos muestra su verdadera personalidad. Estar en pánico no es ser uno mismo. Ser uno mismo es vivir tranquilamente, comer, beber, ir al aseo, dormir, jugar, recorrer la casa, ser feliz.
3. Tampoco consiste en valorar si se deja tocar o no por nosotros. Eso es lo de menos, hay gatos semi asilvestrados capaces de vivir en interior pero sin apenas contacto humano y eso debemos respetarlo si el gato es así, hay muchos gatos con intolerancia al tacto y esto también en diferentes grados. No es un desequilibrio el hecho de que no se deje tocar. Es un desequilibrio que esté escondido, que no coma, que no vaya al aseo. Si el gato hace vida normal pero no te quiere cerca y es feliz así, ¡aguántate! Y si no, puedes intentar ganártelo con comida y jugando con él, pero jamás forzándole a nada. ¿Por qué es necesario forzar a un amigo a ser lo que no quiere ser? ¿Para tu comodidad?
4. Respetar y amar a los animales implica respetar y amar también a los gatos que no quieren estar a tu lado, buscándoles un lugar adecuado para ellos, y si eso implica liberarlos en su colonia o encontrarles otro lugar en libertad, hay que hacerlo, aprovechando para encontrar un lugar en libertad que sea seguro para ellos, la calle en sí no lo es, y mucho menos si no conocen la zona, tampoco lo es un monte cualquiera ni un descampado. Además los gatos asilvestrados de colonia están acostumbrados a ser alimentados y en cualquier sitio donde les podamos llevar, deben seguir siendo alimentados por personas, la mayoría no cazan su alimento, y necesitan un refugio y lugar seguro.
5. Dar Flores de Bach a un gato asilvestrado para que deje de serlo es ir contra natura. Puedes tratar a un gato de miedo, de trauma, de pánico, y si está todo bien, saldrá de ello y será feliz contigo. Pero si intentas ir contra natura, nada funcionará.

Aprovechemos los lugares en casas de acogida para gatos domésticos que necesiten rehabilitación, post-operatorio, ayuda por una depresión tras un abandono o fallecimiento de su persona, que necesiten ayuda de verdad y que nuestra casa o protectora sea el lugar donde ellos puedan estar el tiempo necesario con una calidad de vida óptima, donde poder encontrar su lugar definitivo acorde con sus necesidades y deseos individuales. Donde se les ayude a encontrar este lugar ansiado y no sea un campo de concentración de animales recogidos sin un futuro, donde podamos dedicarnos a ellos plenamente y devolverles la confianza que necesitan para elaborar ellos su propio destino, teniendo tiempo para ayudar a cada uno de forma individual en lo que más necesita.

A veces se nos cruzan en la vida gatos con mucho miedo o que no se dejan tocar, que nos enseñan a ponernos límites a la hora de relacionarnos con ellos y con el mundo, a respetar el espacio de los demás, a no interponer nuestras necesidades a las de los demás, y que luego se marchan. Si no aprendemos esto, seguiremos metidos en este bucle y por tanto, atrayendo estos gatos también.

Bueno sobre este tema podría hablar mucho más porque tiene muchos matices, pero básicamente creo que así doy algunas ideas. En mi web hay algunas conferencias y documentos sobre cómo tratar a los gatos con miedo y hablo de este tema siempre. Porque no es miedo lo que hay que trabajar en los gatos asilvestrados, si no más bien procurar respetar su necesidad y decisión de no estar encerrados ni con nosotros, y encontrarles el sitio adecuado, aunque eso signifique para nosotros aprender el desapego y la confianza total en la Naturaleza y en el Reino Animal.

Yo lo he tenido que aprender y he descubierto lo que es el miedo y el apego. Antes no daba en adopción ni un sólo gato si iba a salir al exterior. Hoy en dia tengo 3 gatos que entran y salen a sus anchas, en ningún momento del día siento preocupación por dónde están o qué hacen, y cada noche vuelven al toque de queda. Ellos me han enseñado lo que un gato necesita y que ellos saben perfectamente vivir sin que yo intervenga demasiado. Cuando necesitan mi ayuda, vienen a pedirla (ahora recuerdo un día en que escuché a mi gata Moway maullar fuerte corriendo hacia mi, resulta que llevaba una Mantis Religiosa enganchada en el labio, se la quité y se volvió a ir tranquilamente). Y si les pasa algo peor, confiaré siempre en la vida y en ellos. No es que no conozca los peligros, he recogido cientos de gatos atropellados, envenenados, maltratados de todas las maneras, sé perfectamente lo que hay. Pero mi mundo ya no se mueve con esos miedos, se mueve con amor y confianza, por tanto, no hay cabida para lo que no sea eso.

Termino con un deseo: Que cada gato encuentre su sitio en el mundo, que cada gato pueda expresar lo que necesita y que las personas lo entiendan y le proporcionen la ayuda necesaria, que todo esto fluya sin necesidad de manipulación, encerramiento, resignación, autoridad, agobios... que fluya con Confianza, Amor y decisión. Por ellos, siempre, y en consecuencia, por nuestro aprendizaje también. ¡Gracias!

8 comentarios:

  1. Cuanta razón tienes Laura. Lo vivo a diario con mi Miga (que me eligió a mi y por eso está en casa) y su hermana Lea de una camada anterior, nacidas en iguales condiciones en el jardín comunitario y criadas igual. Pero Lea nunca se dejó tocar y vive feliz fuera, mientras que Miga busca el contacto, me lava u mantiene animadas charlas conmigo...

    ResponderEliminar
  2. Una entrada ciertamente inspiradora, Laura. Tomamos nota mental de algunos detalles que has esbozado y reflexionaremos sobre ellos: gracias por ayudarnos a pensar ;)

    ¡Saludetes gatunos!

    ResponderEliminar
  3. Que buenas palabras Laura! En mi barrio siempre ha habido gatos en la calle, no se acercan y no suelen buscar contacto humano. Se que hay gente que se ocupa de darles comida y cuidarles como pueden. Desde mi ignorancia en protección animal ya que nunca he trabajado en eso, no termino de entender la obsesión por sacar a todos los gastos de la calle. Es cierto que corren riesgos, pero también corretean en los jardines, se tumban al sol y ciertamente pasarán frío en invierno... es parte de su libertad y cuando los veo no parecen querer vivir encerrados en una jaula esperando un adoptante. Otras veces me da rendimiento por no sacarles de ahí, sobre todo con este frío, pero me es imposible hacerme cargo de mas gastos y no tengo una habitación separada para tenerlos. Me pregunto: Si les veo bien y juegan y comen todos los días... ¿quién soy yo para decidir que serían más felices encerrados?

    ResponderEliminar
  4. El diccionario del teléfono... no es rendimiento, es remordimiento!

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  6. Gracias por compartir Laura, yo cada día voy aprendiendo mas y sigo mi camino en esta dirección. Empece junto a ti...que maravillosos encuentro, continuo mano a mano con gente maravillosa de Terapia Felina y otra gente que comparte su filosofía y esta apareciendo en mi camino...casualidad? No, no es casualidad...todo llega en el momento adecuado! Namaste!!!

    ResponderEliminar
  7. Excelente post , Laura , me encanta todo lo que compartes

    ResponderEliminar
  8. Cuanto tenemos que trabajar el desapego....
    Sabias palabras.

    ResponderEliminar