miércoles, 27 de enero de 2016

No soy infalible

Siento que trabajo en silencio, en una habitación donde paso horas, tras la pantalla de un ordenador, sin que nadie vea lo que hago ni cómo. Con mi gata Moway siempre a mi lado, hablando por teléfono durante horas, contesto cientos de correos, mensajes de Facebook, Whatsapp. La mayoría demandantes, la mayoría urgentes, pero nadie ve más allá de su propio problema. Llegué a la saturación, a necesitar tiempo para mi y para preparar más proyectos, porque lejos de parar, sigo inventando y creando porque quiero llegar a más personas, quiero dar más, porque siempre siento que hago poco. Muchas veces lloro leyendo los correos, y contesto desde lo más profundo de mi corazón tras respirar 10 segundos. Me dan ganas a veces de gritar ante las injusticias, cuando me cuentan sobre otros consejos que otros profesionales les han dado para solucionar los problemas de su gato. "Quítale las uñas", "hay que matarlo, no tiene arreglo y es peligroso", "es mejor que lo dejes en la calle, se apañará", "las cosas naturales no le van a hacer nada, dale fluoxetina". Me revuelve las entrañas y sufro en silencio mientras hago de tripas corazón y contesto con todo el amor que me sale. No juzgo, porque estas cosas se aconsejan desde la ignorancia. Pero duele, duele mucho. Y en vez de querer ir a toda una comunidad clamando al cielo que por Dios pongan un poco más de corazón en cuanto al comportamiento de los gatos se refiere, me entran más ganas de querer cambiar el mundo y trabajar para publicar mis libros, y todo lo que pueda aportar a este desconocido mundo de los gatos. No es que sea la persona que tiene toda la verdad, pero algo sé, y sé sobre el amor y respeto, y sé por qué los gatos actúan como actúan. Sé que ninguno de sus problemas se arregla amputándole los dedos, ni matándolos. Sé que tienen problemas, sentimientos, que manifiestan la más pura verdad y no se deben tapar con ansiolíticos. Sé que les podemos ayudar si dejamos al lado ese Ego estúpido, autoritario y soberbio que te hace querer tener razón. No tenemos razón, nunca, porque no estamos hablando con el corazón en la mano. Estoy cansada de ser de las pocas personas de mi país que trabaja en positivo con los gatos, pero por otro lado me llega una corriente nueva y fresca de personas que se están formando conmigo y con otras compañeras maravillosas y que quieren trabajar con esta filosofía y base. Eso es lo que me da esperanzas de que el mundo cambie y esos profesionales que recomiendan barbaridades, espero que se den cuenta de su incompetencia y trabajen de otra manera, porque se van a dar cuenta de que sí que ayudan a los gatos y a sus personas. Sólo un poco de humildad y recordar por qué estás haciendo lo que haces, si es por los animales o qué te mueve. Pocas veces me levanto y grito, muy pocas, porque no quiero meterme en el terreno de nadie ni juzgar, pero esta vez debo hacerlo por desahogarme, y porque no me muero sin cambiar el mundo, yo no me muero hasta que los gatos sean comprendidos y tratados mejor, así como las personas.

No descansaré hasta que vea que todos los profesionales vean más normal escuchar y entender a un gato que maltratarlo. No me iré hasta que la desungulación, el castigo y maltrato sean absolutamente rechazados e intolerables. Hasta que la medicación con ansiolíticos sea vista como una falta de respeto a los sentimientos y expresión de otro Ser.

Aguanto a diario cómo personas muy científicas desconfían de mi trabajo y quieren entenderlo de una forma muy mental. Y digo aguanto porque no me enfrento. Y si me critican me pasan sus palabras como la brisa fresca sin afectarme. Lo he dicho muchas veces, no tengo nada que demostrar. Yo ya estoy convencida. Sólo quiero aportar y aportar, dar todo lo que sé, para que con eso quien lo reciba haga lo que sienta. Y aún así, muchos no entenderán. Pero no es mi problema. Yo sólo tengo que compartir y dar lo mejor de mi. 

Dicen que escribo poco en mi blog, pero es que sólo escribo cuando algo me duele, afortunadamente. Cuando tengo ganas de llorar, vengo y me desahogo, para eso es mi blog. No me importa quién lo lea, es como si no lo leyera nadie. Aunque en estos meses me he tenido que morder la lengua porque hay cosas que no se pueden contar en público y se sufren en silencio. Como ser humano, los estados de felicidad o realización en la vida no duran mucho. Pese a mi paz interior y mi eterna confianza en la vida, soy humana y tengo días malos. Y meses malos en que hay que ser fuerte y luchar. Pero no puedo escribir sobre ciertas cosas, simplemente, y llevo un tiempo en silencio aguantando como una guerrera.

No soy infalible. No se entiende lo que cuesta este trabajo, a nivel emocional y físico. Recibo a diario correos de personas pidiéndome "si tienes un ratito pregúntale a mi gato..." o "si tienes un ratito a ver cómo lo ves...". La comunicación animal no se hace en un ratito. Ya lo he explicado en otros posts de este blog. Es una gran responsabilidad y no es un don tal que uno pueda sentarse en un ratito a mirar una foto y saber dónde está un gato perdido. No funciona así. No se valora el tiempo ni el esfuerzo que ha conllevado años de formación y trabajo personal para que en un ratito puedas resolver un problema ajeno. Me duele porque me frustra el hecho de que no pueda hacerse así, porque necesitamos controlar todo así. No se puede y es irrespetuoso con los animales y la comunicación. Hay mundo inmenso detrás de todo esto que no alcanzamos a ver ni comprender. He llegado además a tal punto de saturación que estoy tan cansada, y aún sigo intentando dar lo mejor de mi, por los gatos, su bienestar, lo que más quiero, que las personas y los animales estén bien. Es mi motivación diaria, y aún cuando la vida personal de una se hace dura (mamá no te preocupes, estoy bien), hay que estar entera para tener esos "ratitos" que la gente demanda sin valorarlos de verdad. Me hace sentir realmente mal. Pero lo hago por ellos, desde esta habitación. Con mi música, mis velitas, mis animales de poder, y confiando en el Amor que me sostiene y me guía cada día.

Aunque no sean los resultados esperados en un caso en el que trabaje, aunque a veces un problema entre gatos sea complicado y las personas se desesperan, sigo teniendo que dar lo mejor de mi por ayudar. No por solucionar. Ayudar. Acompañar. Aconsejar. Pongo todo mi amor en ello sin esperar nada a cambio. Hay muchas cosas que no se ven desde el otro lado, la persona que lucha a diario por ser mejor, que sufre por cosas de la vida como todo el mundo, la persona que te está escuchando y quiere ayudarte aunque no confíes en ella, la que come delante del ordenador cualquier cosa para ver los vídeos de tus gatos a tiempo, los tuyos, y los de cien personas como tú.

Es agotador, pero sólo permito quejarme hoy, un ratito. Puedo derrumbarme un poquito y resoplar. Escribir esto y desahogarme. Luego vuelvo a mi fuerza interna y mi convicción y sigo adelante, contestando correos y queriendo ayudar a todos los que vienen a pedir ayuda. Me siento agradecida por la confianza de las personas y la cantidad de trabajo que llega. Eso me lleva a hacer cambios en un futuro inmediato. Cambios positivos, pero necesidad de soltar viejos patrones y empezar a establecer otras maneras de trabajar. Con ese objetivo: dar todo lo que pueda y lo máximo que llegue.

Y si me muero mañana, pues esto ha sido lo mejor de mi, eso no me cabe duda, lo intento cada día, así que en cualquier momento, me puedo marchar tranquila. Sólo espero que me de tiempo a publicar mis libros, al menos, y ver cómo cambia el mundo. Así que pese a lo dura que es la vida, me pido unos años más. Ya descansaré otro día.